martes, 15 de julio de 2008

La Sangre de Esidis - Prólogo

No hace más de un mes que he empezado a jugar al mmorpg Age of Conan. Decubrir un mundo y una ambientación que hasta el momento para mi me eran desconocidas, acostumbrado a saber cada detalle de otros mundejos fantásticos, espoleó la idea de hacer una historia acerca de un bárbaro cimmerio (viva la originalidad) el cual realiza su propio viaje a la sombra del propio Conan el Bárbaro. Lograré o no ese fin, pues existen muchas cosas sobre la Era Hyboria que desconozco, pero al final lo que importa es la historia y lo que cuenta.

Espero que os guste.

Prólogo
Oasis maldito

El sol quemaba las arenas del desierto estigio. Las dunas se doraban, las rocas humeaban y unos pocos lagartos asomaban para calentarse sobre esas mismas rocas. Algunos blanquecinos huesos de una gran bestia servían de refugio a un grupo de hienas que mordisqueaban los restos. Sus risas crueles quebraban el silencio del desierto, el silencio de la muerte que reinaba en ese alejado lado del Styx. De repente Amed Khi-Ah gritó de júbilo, interrumpiendo las risas de las hienas.
- ¡ Agua, por Set!¡Agua!- el hombre delgado se arrastró hacia abajo de la duna, bajando en tropel a un oasis demasiado bueno para ser cierto. Tras él bajaba Sakh-Ared, compañero de viaje y traidor.
- Encontramos el oasis, por poco nos perdemos- respondió Sakh uniéndose a la alegría de Amed.

Amed se abalanzó sobre el agua, bebiendo con desespero. Sakh miraba a su amigo sin acercarse al estanque, Amed se volvió hacia él.
- ¿No bebes?¿No te gusta el agua?- bebió más, notó el agua algo espesa, pero no le dio más importancia. Era agua.
- Me gusta el agua, amigo, pero no la sangre- contestó fríamente viendo la realidad en sus ojos.
La ilusión se levantó y Amed vio que donde antes hubiera agua, ahora era sangre. Él mismo estaba empapado de ella. Amed empezó a gritar, pero aun lo haría más.

Algo rozó la espinilla de Amed sobresaltándolo. Luego se enrolló, pero no veía el que, la sangre lo cubría todo.
- Sakh, sácame de aquí, Ayúdame, por favor- extendió la mano hacía Sakh, que seguía rígido. Miraba, pero no a Amed, sino a algo detrás de él. Algo enorme que goteaba sangre sobre la cabeza del desgraciado.
- Lo siento, Amed. No tenia elección.
El hombre chilló y la criatura silbó. Tenia el cuerpo grueso, escamoso del cual brotaba la misma sangre que regaba ese maldito oasis. Era una colosal serpiente. Extendió la capucha y mostró su lengua bífida que se deslizó entre sus colmillos. Amed estaba paralizado por el pavor, pero la serpiente no atacaba, fue entonces cuando supo que sería lento y doloroso.
- ¡Sakh!¡Set te maldiga a ti y a toda tu estirpe!¡Perro traidor!- la voz de genuina rabia se apagó tan rápido como surgió. Sakh lo miró con ojos entornados, sintió pena.
- Eso no te servirá, Amed. Yo ya estoy maldito- Sakh se dio la vuelta, sabía lo que vendría a continuación y no quería verlo.
De la sangre empezaron a salir disparadas decenas de diminutas serpientes, estas fueron clavando sus colmillos en la carne de Amed. Al final la fuerza del dolor le obligó a gritar desgarradoramente, su cuerpo no moría mientras su alma sí lo hacía e innumerables serpientes se mantenían clavadas en su cuerpo retorciéndose, deleitándose con él. El cuerpo empezó a hundirse en el oasis y cuando solo asomaba la cabeza, la gran serpiente se abalanzó sobre los restos de Amed.
Todo quedó en silencio. El sol picaba, la arena permanecía impasible ante la orgía de sangre del sacrificio. Sakh sintió pesadumbre, luego alivio, pero no había terminado. Del oasis emergió una figura vagamente humana envuelta en ropajes sangrantes. El hombre se acercó, tembloroso ante la presencia del demonio.
- Más- dijo arrastrando la vocal. Sakh tragó saliva.- Habrá más, amo- respondió arrodillándose ante el ser.
- La Sangre vendrá pronto al mundo. Su Sangre me pertenece. Tráemela. La Sangre me pertenece.
- Así se hará, amo. La traeré aquello que desea, siempre fiel, siempre leal. Sakh siempre servirá a Esidis la Dama de Sangre.

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